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domingo, 3 de mayo de 2015

EABE 15: Mis reflexiones

    Ya han transcurrido algunas semanas desde el encuentro que mantuvimos en Córdoba. La verdad es que, conociendo a algunos de sus organizadores, intuía que este sería un EABE en el que las emociones iban a estar muy presentes, y así ha sido.
    Emociona reencontrarse con compañeros y emociona también ver cómo los docentes, a veces tan vilipendiados por la opinión pública, siguen luchando por dar lo mejor de sí mismos y se reúnen, comparten, e intentan crecer aprendiendo los unos de los otros.
     Si hay algún aspecto que me ha llamado la atención en especial en este EABE, es la variedad y la riqueza de las temáticas que se han tratado. Tal vez me queda la espinita de no poder haber disfrutado de todas ellas, pero es claro que el tiempo del que disponíamos no era lo suficientemente amplio para ello. Por suerte pudimos hacer un buen "salmorejo de ideas" al final de la jornada y conocer algo de de todas ellas para, a partir de ahí, seguir ampliando horizontes.
    Y bueno, si me dan a elegir, me quedo con lo aprendido sobre coaching educativo y educación emocional. Para mí fue muy interesante poder conocer el trabajo de los psicólogos encargados del CIMI "Medina Azahara" de Córdoba. Es increíble ver cómo estos chicos son capaces de redirigir sus actitudes a través de la PNL y la educación emocional. Me impresionó tanto, que ya me he comprado varios libros que pienso devorar rápidamente. Creo que la puesta en práctica de estas nuevas estrategias pueden significar un antes y un después en mi práctica docente. Eso espero. 



     Una de las frases que se han quedado clavadas en mi cabeza durante este EABE es la que dice: "Sin emoción, no hay aprendizaje".
    Es bastante obvio que uno tiene que sentir una chispita dentro, algo que nos revuelva el interior para aprender con gusto. Y como profe de matemáticas me planteo: ¿Qué emociones despierta mi materia?
   No hace falta pensarlo mucho para afirmar que, en general, despierta emociones negativas. Recuerdo de hecho que, en el propio EABE, mientras que gritábamos eso de "Yo con Euterpe" en defensa de la educación musical, hubo un compañero que, en torno jocoso dijo: "Gritemos ahora: Más matemáticas, no?". Que conste que no se lo tengo en cuenta, pero esto viene a reforzar una afirmación socialmente extendida y ampliamente aceptada, y que  incluso es considerada por algunos propia de las mentes más libres, creativas y sensibles: "Oiga usted, las matemáticas no molan". 
    Está claro que, para llegar a esto, algo habremos hecho mal. Leía hace poco que uno de los fallos más importantes de la enseñanza de las matemáticas en las distintas etapas del aprendizaje es el formalismo del que está impregnado. 

    Y destaco este fragmento extraído del artículo de Luis Carlos Arboleda titulado "Los estudios históricos en educación matemática desde la perspectiva de la práctica docente" , donde se analiza este aspecto:




    Pero claro, uno puede intentar desde su pequeña parcela hacer que esto cambie, pero no es nada fácil. He planteado varias veces y en distintos cursos el trabajo mediante proyectos para el alumnado y he de decir que, aunque en algunos casos ha funcionado bastante bien,  en otros el resultado no ha sido del todo satisfactorio. Me encantaría decir lo contrario, porque siempre que lo intento espero que funcione, pero las cosas no son siempre como uno espera. Y es que, con las matemáticas la cosa es, diría yo, especialmente difícil. 
    Lo es porque, en primer lugar, como bien se señala en este párrafo, tanto al profesor como al alumno les gusta esta presentación axiomática de los saberes pues les permite organizar sus conocimientos de un modo más ordenado. 
    Una vez decidido el profesor, quedan en algunos casos las reacciones negativas del alumnado, queda el miedo a no cubrir el temario, a que los conocimientos no queden del todo afianzados. etc. Y es que no olvidemos que, al año siguiente, estos niños seguirán siendo evaluados a través de instrumentos que midan sus habilidades formales en matemáticas. ¿Cómo lo hacemos entonces?
     Yo he optado por combinar ambas estrategias. Y es que creo que el cambio educativo también pasa por aceptar que no todo lo que hacemos está mal y ha de ser reemplazado por completo. Creo que podemos servirnos de las herramientas de las que disponemos  y también utilizar otras nuevas y procurar formar a seres lo más autónomos y libres posibles. Hemos de enseñar a nuestros alumnos a pensar por sí mismos. Y para eso sólo hace falta creer en lo que se hace, mirar por los alumnos y echar de mano de todo lo que veamos que pueda servirles para salir hacia delante. 

    Y por eso yo echaré mano de lo aprendido en el EABE, que es mucho, y seguiré asistiendo a los nuevos encuentros. ¡El próximo en Huelva! Allí nos veremos.